23 de octubre de 2010

De esconderse: elegía prosaica para elbicho


Tengo la mañana
oscura como la noche...
Cuando despierta
mi soledad,
cuando amanece
y tú no estás.


Decía Machado que “se canta lo que se pierde”. De modo que me gustaría verme en esa tesitura, pero yo no sé cantar...
 
Elbicho se despidió hace dos semanas. Y no sin hacer ruido. Los centenares de almas que tuvimos la apretada suerte de verlos en Razzmatazz,  el pasado siete de octubre, quedamos, pues, un poco huérfanos de arte. Como el que pierde a un ser querido, como el que pierde la fe o las llaves de su coche en un lugar extraño. Y ahora...

                              Mancho las hojas con letras
                              sin sentido,
                              letras de lástima y pena,
                              letras de olvido,
                              letras que cambian el blanco
                              por el color de las letras,
                              letras de pena,
                             que te he perdido.

 Pocas veces se conjugan la poesía, el duende y las músicas como hicieron estos muchachos. ¿Era Elbicho un grupo de flamenco, pop, rock, jazz, funk...? Miguel Campello, hijo de un pastor de cabras, divo de la copla y poeta en zappatillas fue la voz de este grupo de muy buenos músicos que, después de diez años, ha decidido apretar el botón de pausa (esperemos que no el de stop).

Se dice que, entre otros motivos, los Beatles abandonaron las giras de conciertos porque el escándalo de sus fans hacía imposible escuchar una sola nota, incluso a ellos mismos, que llegaron a tocar sin saber exactamente qué tocaba el otro. Algo así sucedía cuando Elbicho entonaba algunas de sus canciones himno, como “Parque Triana”, “De los malos”, “Contigo”, “Locura”, “De esconderse”, “Letras”... Canciones de amor, olvido, celebración, de recuerdo y pena, de poesía, de la esencia misma de que está hecha la vida.


                            Yo me mantengo
                            con las pocas cosas que yo tengo
                            con los pocos sueños que yo sueño
                            con las pocas cosas que me dabas tú.

      Todo arte lo es en la medida en que provoca un temblor, la conexión wi-fi entre dos pensamientos (el del artista y el de su público), el goce espiritual que nos permite elevarnos por encima de nuestra rutina. Y la poesía existe cuando, al leerla (al escucharla en este caso), sentimos que nos están leyendo por dentro.

                          Y en la arena pintaré
                           versos de hilo negro
                           con agujas de coser.

Desde que se han marchado, el plectro se toca un poco menos sabiamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu dulce comentario, prenda.