9 de diciembre de 2010

De bares

Nunca hubo mucha vida en los palacios. Es en los bares donde bulle este país, donde se muestra con sus grandezas (el humor, las discusiones sobre fútbol, las tapas) y sus miserias (...). Sobre todo en esos bares de las barriadas, de las poblaciones periféricas a las grandes ciudades.

Quinto, tapa. Quinto-tapa. Quinto tapa.

Diez de la noche de un miércoles cualquiera. Al abrirse la puerta del bar aparece una esplendorosa sonrisa bajo un bigote de 1900. Entre algún que otro diente, pronuncia con voz afable: “¡Qué jóvenes sois todos! ¿Cómo os va la vida? Jóvenes: ¿alegres, enamorados...?”

Casi nadie le mira, aunque todos sabemos que ha llegado. Su mirada profunda escruta las profundidades personales de los allí presentes. Se aproxima.

“Hola, compañero.”

Me extiende la mano para entrechocarla mientras mira el paquete de tabaco que había dejado sobre la barra. La estrecha como hacen los buenos, los viejos amigos, aunque jamás lo había visto antes.

“Tírate una cerveza”, osa aventurarse.

El hombre que se hace llamar Jetro es delgado, alto y tuvo una complexión atlética. Frisa la edad de... bueno, me resulta dificilísimo saber los años que han cumplido los que tienen más vida que yo... Pero recuerda a un conocido hidalgo.

Quinto tapa. Quintotapa.

Tras la barra, una mujer añeja de rubio conseguido y una joven china no acaban de aprobar la visita. De este lado, en taburetes, de pie o en los grupos congregados alrededor de las mesas, más de veinte novelas encarnadas en otros tantos seres humanos cohabitan con un partido de Champions League.
Quinto; tapa.

“Tírate una cerveza, joven, que mañana te invito yo.”

El Profesor, que es como se le conoce en el barrio, viste un traje azul que estuvo muy de moda en 1967 y lleva bajo el brazo un diccionario enciclopédico (de la misma época) del que sobresalen algunos folios incrustados, dejando entrever el final de unas líneas garabateadas, que antaño tuvieron forma, estilo y significado.

“Una cervecita, hombre, que vengo reventao.”

Su corbata es de colores muy vistosos, verdes, amarillos y azules chillones. Aunque no le combina con el traje y la lleva mal anudada, le da la dignidad de un ministro.

“¡Tírate una cerveza!”, repite.

Y por fin, el Profesor advierte que nadie va a invitarle hoy. Con la sabiduría que permanece por encima de la ebriedad, confirma, niega.

“Sí, no anda muy bien la cosa.”

Y el Profesor sale del bar con mejor planta que un torero, clavando los talones como el que va a recibir el premio Nobel y, antes de atravesar la puerta, nos espeta: “Ha sido un placer volver a veros.”

Porque, para el Profesor, hablar, saludar, mirar, es siempre tener la suerte de volver a hacerlo. Aunque sea la primera vez.

5 comentarios:

  1. Me gusta la historia, bien contada, Pablo. Me resulta agridulce, entrañable y con regusto amargo de lúpulo no consumido.
    "bares, qué lugares, tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar".G.C.
    ... Profesor, pásese el próximo jueves que libro, juntaré unos euros para invitarle y caerá su quinto-tapa.
    Sara

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  2. Antes de leerlo esperaba cierto estilo característico, y lo he confirmado. Pero no por ello la lectura ha sido menos grata, al contrario; agradezco profundamente tus relatos, y sobretodo la atmósfera que creas con tan pocas líneas y que le hace a uno querer estar en ese bar y presenciar la escena, pero no es necesario con tu precisión poética. Casi podríamos pintarla.
    Por cierto, a ver si en una futura comida o cena de algún prenda volvemos a coincidir.
    Josep.

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  3. aunque suena amable, al leerla me ha parecido triste este personaje del profesor, parece que no está en su sitio, o que el tiempo ya ha pasado para él.Al menos se lo toma con filosofía ¿ qué esperaba encontrar allí?
    Una buena escena de un bar cualquiera de extrarradio,todo el mundo debería saber que es en los extrarradios donde se fraguan las grandes cosas, camufladas en la contemporaneidad más o menos triste y prosaica del día a día.
    Un giro dramático en la historia me hace pensar en el último verso de "The siamese twins" de The Cure, del álbum Pornography, disco que sólo debe escucharse en contadas ocasiones, de lo peligroso que puede resultar.
    Pues bien, al final del tema Robert Smith pregunta " Is it always like this?"
    Pues eso, esperemos que no sea siempre así.
    Muy bien escrito, Pablo!Me ha gustado!

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  4. escena de bar de extrarradio, bien escrito, un trozo de realidad de cualquier lugar frecuentado por los mismos parroquianos.Triste la figura del viejo profesor escapado de otra época en un ecosistema que parece que ha dejado de ser el suyo."Is it always like this?" cantaba Robert Smith de The Cure en Siamese Twins, pieza del álbum Pornography de 1982.Disco peligroso donde los haya,declaración de existencialismo nihilista, en la frontera dónde la música y el arte dejan de serlo y se escurren hacia el puro vómito.
    Un par de cervezas más y lo mismo el profesor del mostacho hubiese firmado esa canción.
    Muy bien escrito y descrito,Pablo!

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  5. ¡Menos versos y más quintos! ¡Aunque sean sin tapa, coño!

    El Profesor.

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Gracias por tu dulce comentario, prenda.