Pablo Antón Pascual |
El asunto no tendría importancia si un hombre llamado Herman Melville no hubiera escrito Bartleby, el escribiente.
Bartleby es un oficinista gris, pero gris oscuro. Alguien a quien nos cruzaríamos por la calle sin percatarnos de su existencia. Es ese compañero –ese conocido– del que no nos interesa absolutamente nada. Así opina el narrador, que fue jefe de Bartleby y nos confiesa que no conoce al protagonista de la novela que está escribiendo, mientras, en la primera página, consigue despertar en el lector la admiración y expectación más grandes que se hayan sentido por un don Nadie.
Este ser ínfimo, cuya vida parece tener sentido únicamente en el desempeño de su oficio, llega incluso a instalarse, a alojarse, en la oficina donde trabaja con una pulcritud extrema.
Pero, un buen día, Bartleby recibe una orden y contesta: “Preferiría no hacerlo”. Y no lo hace.
Ese día se detuvo el tiempo. Desde entonces, la literatura, la vida y la humanidad ya no serían los mismos. Y así nació el siglo XXI. En 1856.
Consumimos incluso nuestro tiempo. No nos podemos detener, no vaya a ser que se abra un vacío para llenar de re-flexión, de duda, para acariciar el pensar y nos desanestesiemos, nos tente desunirnos de la gran rueda y aprendamos, de una vez, a vivir.
ResponderEliminarMi comentario un poco banal al post de Pablo, más de forma que de contenido.
ResponderEliminarUn diez a la colección ilustrada de Nórdica Libros, la de Bartleby es una de mis preferidas, aunque en 2007 le dieron el premi Junceda al libro ilustrado al Festín de Babette (http://www.nordicalibros.com/ficha.php?id=9), historia e ilustración muy recomendables también.
Tenía ganas de decirlo y lo he hecho. ¿Estaré ya en el siglo XXII? una vez superada la fuerza del no.
Sara